Me tomó un largo tiempo llegar hasta aquí y realmente conectar conmigo.
Este camino ha sido de tropiezos, aprendizajes y mucha confusión — por lo que hoy me dedico a darte las herramientas y la guía para que vuelvas a conectar contigo y vivas de una forma auténtica con quien eres y quiero ser.
Hola, soy Adrie — la típico "bicho raro"
Todas las grandes historias comienzan en la escuela, y la mía también. Yo era la chica del libro, las ideas raras y las buenas notas. Y claro, el bullying.
Naturalmente, me envolví más en mis intereses, y desde los 8-10 años empecé a inventar con computadoras. Una cosa llevó a la otra, y encontré en el internet lo que más deseaba — una comunidad. Aprendí a diseñar páginas web y gráficos, tanto así que mi regalo de cumpleaños que más recuerdo fue cuando mi mamá me compro mi primer dominio: funkify.com
El inicio de todo
Cuando salió el iPod, me volví loca. Ya no tenía que seleccionar dos o tres canciones para poder escuchar on-the-go.
Perooo... me dijeron que "no había dinero" así que no iPod.
Y decidí que esa sería la misión.
Intenté en algunos forums realizar algún trabajo, pero imagínense ustedes, como iba una niña de 15 años a recibir dinero, y de dónde.
Así que opté por crear joyería con elementos reciclados, pins con mis habilidades de PaintShop Pro y luego ya Illustrator, entre otras monerías. Se llamaba Rockability, lo recuerdo como hoy, y junto a un amigo, tomaba las fotografías para la publicidad en Facebook.
Creé toda una red de venta entre colegios.
Aprendí a negociar, y hasta diría que contraté (entre comillas) mi primer empleado, que me ayudaba a pintar los dijes y llaveros que hacía con Polymer Clay a cambio de un muy, muy bajo salario.
Para las vacaciones, ya tenía el dinero para comprar mi iPod.
Y siempre lo recordaré como el catalizador, el inicio de todo, el episodio en el que me daba cuenta que el dinero se genera.
Empieza el cuerpo a pedir ayuda
Como en esa época, empecé a sufrir de fatiga crónica, dolor muscular, jaquecas y depresión.
Visité incontables médicos, desde reumatólogos hasta psicólogos buscando la causa… y la cura. Esto impactó grandemente mi desempeño escolar, social y mi vida en general.
Descuidé los proyectos, dejé de inventar tanto, y básicamente, me dediqué a escribir.
No entendía de dónde salían tantos síntomas, como nadie sabía qué decirle a mi mamá que no fuera "está tratando de llamar la atención".
Y seamos reales, nadie dura 10 años llamando la atención, porque desde que empezó, solo empeoró.
Salir de la casa era todo un esfuerzo, por lo que evité centros comerciales, viajes largos y salidas sociales por mucho tiempo. Mentalmente, me frustraba no poder recordar pequeños detalles ni procesar información por mucho tiempo gracias a el "brain fog".
Me gradué bien, gracias a Dios, pero socialmente sufrí mucho bullying, fui arrastrada a muchos conflictos, así que esos años son como mi propia Edad Media o Edad Oscura. Estas situaciones me llevaron a encerrarme, y no bromeo cuando digo que leí mucho. Muuucho, y punché aún más, mejorando en ilustración, photoshop, y escritura.
Cuando entré a la universidad, los síntomas empeoraron.
El tener que viajar una hora diaria para llegar a mi lugar de estudios (el ITLA) me causó una tendinitis en una pierna y tuve que utilizar muletas.
Hubo un examen al que ni pude ir, tuve que enviar el proyecto y confiar en mi reputación con el profesor.
Asimismo, tuve que cancelar muchos planes, pasé largos periodos en cama y con mucho esfuerzo, logré terminar y comenzó un nuevo reto: el mundo laboral.
Las limitaciones del mundo laboral
¿Cómo buscar un trabajo y realmente comprometerte cuando hay días que no puedes ni pararte de la cama?
¿Cómo crecer profesionalmente si a las 2 de la tarde ya estaba exhausta, lista para dormir?
Todo empezó con una presentación de powerpoint que creé para un familiar. Algunas recomendaciones luego, ya estaba creando una buena clientela.
De esa forma fue que llegué a Rie.com.do. Fui recomendada para asistir a Emely con su página web y no sé cómo pero terminé siendo parte del equipo.
Mientras más pequeña y nueva la empresa, más sombreros hay que asumir, pero esto me aportó una experiencia invaluable, desde creación de productos hasta servicio al cliente.
Sin embargo, poco a poco, los trabajos por recomendación empezaron a ser suficientes para mantenerme, hasta más de lo necesario en términos de mi disponibilidad.
Con pesar, mucho pesar, dejé Rie y me dediqué 100% a mi "negocio", poco a poco construyéndome un nombre.
Me caí, cometí errores horribles, y perdí mucho dinero, pero fui aprendiendo y encontrando mi camino.
Entre contratar a alguien que no encaja, clientes no satisfechos que luego se volvieron amigos de por vida, y cambios de local que me llevaron a abrir una puerta en casa de mis padres y tener mi oficina en casa, cada experiencia fue una escuela.
El gran susto
Empecé a construir una agencia... y me tuve que devolver. Yo no quería no podía perseguir un imperio en ese momento.
¿Cómo iba a comprometerme de esa forma cuando mi cuerpo no estaba cooperando?
Mis síntomas empezaron a volverse cada vez más complejos.
Lloraba de la frustración con sonidos agudos o motorizados porque los oía dentro de mi cabeza. Mi sensibilidad con la luz, llegó al punto que tuve que dejar de manejar.
La tensión en el cuerpo era tan fuerte, que me dijeron que si seguía así, me iban a tener que reemplazar la cadera antes de los 50 años de edad.
Todo, todo se estaba saliendo de control. Y mi vida, profesional y personal se veían 100% afectadas por esto.
Pasé por dos gastritis fuertes, tan fuertes, que lo único que me sanó, fue comer sábila... remedios que uno hasta se ríe pero la desesperación me llevó a probar.
Pero, querido lector, como todo en la vida uno se acostumbra. Al dolor, incrementa la sensibilidad, con los detonantes, crea espacios controlados, negocios controlados.
Y adivina qué... seguí creciendo.
La decisión de cambiar las cosas
El tener mi propia empresa me permitía tener un horario flexible, no tener que movilizarme todo el tiempo, y llevar las cosas a mi paso. Mi estructura de negocios fue creada específicamente para funcionar para mí.
Pero también agregó un componente peligroso: estrés.
Me decidí a que esto no podía continuar así.
Busqué ayuda en el exterior, investigué de manera extensiva, y mantuve un récord exhaustivo de mis síntomas, patrones y comportamientos. Acorté mis frentes abiertos, enfocándome solo en mi salud y mi negocio principal. Simplifiqué mi oferta y preparé a mi equipo.
Yo sabía que aunque mi negocio estaba creciendo, mi salud estaba empeorando.
Finalmente dí con la respuesta con un doctor familia de una amiga muy querida: "tienes algo sistémico", me dijo. Nadie me había dicho eso. Vio mi MRI del cerebro, y me hizo preguntas que nadie me había hecho. Concluyó en que mi cerebro estaba atrofiado.
Me hizo algunas pruebas y me dio opciones. Empezamos por remover el gluten. Esa proteína tan mencionada últimamente, que se supone que solo afecta a los celiacos... pero yo no soy celiaca.
Al remover el gluten de mi vida todo cambió.
Es imposible el explicarles cómo mis días han dado un giro de 180 grados. La energía, el positivismo, la motivación... Soy otra persona totalmente. ¿Que no puedo consumir ni la más mínima cantidad de gluten (harina de trigo, cebada, etc...)? Es verdad. Y no ha sido nada fácil.
La verdadera sanación
No sé qué me llevó a pensar que eso sería la respuesta mágica. Aunque mejoré increíblemente, me encontré con nuevos retos, nuevos síntomas. ¿Lo peor? Un sistema nervioso devastado. Convulsiones.
Desde temblores, hasta horrible hormigueo, insomnio y pérdida de la capacidad de hablar (no se lo deseo a nadie), no soy la misma.
Nuevamente me dedico a buscar esas respuestas y las palabras "no hay cura" no me vencen. ¿Sabes qué? Vivir esto es que me ha demostrado sin duda que la mente, el cuerpo... las energías... todo está conectado.
Me dediqué a trabajarme. Me introduje en el mundo del Coaching realizando una especialidad y luego certificándome como NLP Practitioner. Tomé incontables cursos sobre el tema, manejo energético y trabajo somático.
Aquí es cuando recibo un diagnóstico que me ayudó a encontrarle sentido a todo: Síndrome de Hiperneurosensibilidad. Básicamente, hipersensibilidad general. Empecé a verme cara a cara. A apreciarme. A descubrirme. A explorar no solo mi niñez, sino todas mis dimensiones. A decidir vivir diferente.
Y me encontré con un mundo maravilloso. Me encontré con que nunca estuve "rota" o dañada... solo fuera de alineación.
Lo que me llevó a ver — realmente — el propósito de todo este camino. Hoy me dedico a guiar a visionarios con una misión a encontrarse y reclamarse. A alinearse nuevamente con su auténtico ser. A cultivar una vida realmente plena según sus reglas y necesidades, no las del mundo.
Hoy, más que trabajar las estrategias y tácticas, trabajo con la parte más importante del rompecabezas: tú.
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