Escuchar en Spotify | Escuchar en iTunes
Paragram tiene ya casi 10 años oficialmente en el mercado, aproximadamente, desde la transición de freelancing a un negocio propiamente. Esa transición en sí misma fue una lección, jajaja. Pero han sido unos años maravillosos, en constante movimiento que me han permitido conocer a tantas personas valiosas y con tanto que ofrecer. Me siento muy honrada de poder desempeñar este trabajo y más aún, de poder compartir contigo mis aprendizajes.
Lo primero es que Paragram surgió por accidente. En el episodio 9 puedes escuchar la historia. Al surgir por accidente, estaba increíblemente aterrada, no tenía nada de experiencia y cualquier compromiso era todo un riesgo de fallo en mi cabeza.
Error #1: Quedarte DIY en tu emprendimiento
Empecé muy DIY y creo que en parte fue lo que permitió que el negocio creciera. No incurrí en gastos muy grandes, me mantuve bajo el radar, reuniéndome en cafés y buscando hacerlo todo yo misma. No hubo grandes inversiones en local (aunque estuve a punto), ni compras de decoración, material de oficina o mobiliario. Lo que compré, lo compré según surgía la necesidad.
¿Dónde quedó el error? En que eso se volvió una costumbre. Aunque para empezar el ahorrar y ajustarse a un presupuesto es bien recomendable, hay gastos que son inversiones en el momento preciso.
¿Qué empezó a suceder? Quise seguir haciéndolo todo yo. En vez de comprar una plantilla que me ahorraría 4 horas de trabajo, empleaba 6 buscando cómo hacerla y cómo hacerla bien. Lo que valía mi tarifa de una hora, me estaba costando de 4 a 6 veces más.
Y lo peor era que yo lo justificaba. Mi frase era "es que no hay dinero para eso".
Toda una mentalidad de escasez que se alimentaba (y a veces aún lo hace) de mi miedo de fallar.
Lo primero era que mandaba todas las cotizaciones yo misma. Intentaba mantener la contabilidad yo misma.
Tirate un número... tal vez más de ahí gasté en reparar errores en un total en una factura o cotización o en un movimiento equivocado en mis impuestos. Lo que me metía en un ciclo tóxico, porque entonces el estrés de mandarlo mal me causaba estar en una posición en la que probablemente lo enviaría mal...
No había forma de ganar ahí.
Otro momento fue que en una de mis búsquedas por mejorar el formato en que entregábamos las marcas a los clientes, encontré un formato para las hojas/guías de estilo de marca que se veía simple, limpio y bello... pero costaba algunos dolaritos. Era bien completo, y podía quitarle o agregarle en Illustrator sin problemas.
Sin embargo, no sentía que tenía valor el pagar ese dinero por algo que yo podía hacer... osea, estaba en mi programa favorito igual, son líneas, textos y elementos... ¿para qué pagar?
Empecé a crearlo. Algunos clicks después me detuve... ¿y si lo podía mejorar?
El espiral del perfeccionismo
Entonces encontré algunos ejemplos que me gustaron, y salvé las imágenes para armar mi propio Frankenstein. Pero... me empezó el miedo de perderme la mejor forma de hacerlo. ¿Y si no encontré los mejores? ¿Y si está muy largo y si está muy corto?
Así que decidí armarlo de forma súper compleja que terminó siendo un dolor de cabeza armar para el cliente y adecuar a cada uno.
Horas y horas haciendo un diseño complejo, pensando mil veces donde colocar los elementos... rompiéndome la cabeza... cuando por lo que cobrábamos por dos horas de diseño en ese momento, podía ahorrarme el espiral, las horas, y la frustración descargando un documento que ya alguien había perfeccionado, probado y garantizado.
No me siento orgullosa de ese momento. Ni de las repeticiones de ese momento.
Cuando sabemos hacer algo, podemos caer en la trampa de querer hacerlo todo, desconfiando de colegas que ya han pasado por trabas y obstáculos similares.
La competencia es un recurso
La competencia es mental y es relativa. La competencia puede ser la mejor herramienta para nosotros crecer, en vez de ser un obstáculo o enemigo a ser derrotado. Todos vamos a diferentes ritmos, con diferentes luchas internas, agregándole a un oficio nuestro propio toque personal.
Esa persona que consideras tu competencia directa y está sonando más que tú, moviéndose en el medio, "acumulando éxitos", tal vez te está abriendo camino, educando la audiencia por ti, o puede estarte validando la idea. Tal vez observándola con una mentalidad de abundancia, encontremos cosas que nos impulsen hacia adelante, y juntos cambiemos una industria.
Error #2: Cuando delegué lo indelegable
Como les conté en el primer episodio, hay diferentes formas de crecer y yo quise privar en lo que no era y crecer como no me correspondía. Así que me metí en local, en contratar diseñadores, y me tomé muy apecho el delegarlo todo.
Todo. Hasta lo indelegable.
Mis días empezaron a perder color. Abría los ojos en la mañana y comenzaba a darme excusas a mi misma para no pararme y empezar a trabajar. Terminaba el día molesta, reactiva, como quien no estaba haciendo lo que amaba...
Porque había delegado lo que amaba.
Ignoraba una diferencia fundamental: la de un freelancer vs un emprendedor.
Freelancer Vs Emprendedor
Un freelancer es pagado por su trabajo, trabajo en el que tiene una intervención directa, una responsabilidad mezclada con compromiso personal. Un emprendedor está creando algo más grande que él, está ejecutando una visión que requiere de recursos para crear. Un freelancer pasa la mayor parte de su tiempo produciendo. Un emprendedor gestionando, gente, recursos, lo que sea que logre los objetivos. No es que no va a estar envuelto en los detalles, todos sabemos que al principio no son ni uno ni dos sombreros los que tiene que usar, pero la meta es terminar dejando algo funcionando solo... trabajando para crecer un ente más allá de si mismo.
Yo quería producir.
No quería gestionar... no quería solo intervenir para mover el timón en la dirección correcta... quería estar en todos los aspectos, en las trincheras.
Y eso no estaba mal.
Pero el movimiento de "emprender" me abordó.
Un día desperté. Estaba siendo halada en miles de direcciones diferentes, negativa, vacía, en gris... sin saber porqué y teniendo el poder de cambiar la situación. Mi narrativa la escribió la presión de cumplir con las expectativas de todo el mundo menos las mías.
Me di cuenta que no estaba de acuerdo con el modelo de agencia.
Que no quería una línea de producción.
Y que me llenaba al 100% el crear, tomar una idea el barro y volverla una hermosa vasija, funcional, estética y lista para formar parte de algo más grande. No yo construir algo más grande.
Mi amor por emprender toma una forma muy peculiar. Amo emprender los proyectos de los demás, ser esa aliada que te escucha, que comparte ideas, que moldea la visión y le da el empujón para que dé sus primeros pasos.
Empecé a conocerme. Tomé los tests de personalidad, leí los libros, llené mascotas... ¿Quién era Adribel y qué quería? ¿Qué sacrificios tendría Adribel que hacer para lograr eso que quería?
Conocerte debe ser lo primero
El primero era enfrentar mi propio yo. Enfrentar mis limitaciones, mis talentos, mis fortalezas, mis debilidades... verme en el espejo para caminar mi camino y no el de las miles de voces que nos abordan en las redes, la familia, la universidad...
Y entender que esta Enneagram 1, INFJ, Manifesting Generator, Leo con Escorpio, se estaba escondiendo detrás de la marca.
Crear Paragram me ahorraba tener que ser yo... estar como un tiro al blanco frente a los billones de residentes de la tierra, vulnerable y 100% atacable. Y ahora Paragram es símbolo de esa filosofía que he creado, esa cultura y esos métodos que nos permiten servir y lograr e impulsar.
Hay tantas formas de lograr un resultado.
Y resultados han sido mi enfoque al punto que me dejé envolver en los procesos.
En mi viaje de conocerme a mi misma, me obsesioné tanto con la parte de mis títulos que se asociaban con el perfeccionismo. Estaba tan emocionada por haber sido identificada y validada que me lo creí al 180%.
Esto me llevó a tener dudas. Fuertes.
¿Puedo garantizar algo realmente?
¿De verdad puedo vender esto?
Probaba todo... varias veces. Iteraba, iteraba e iteraba un poco más. Llevé demasiado lejos el planificar...
Al punto de la parálisis.
Error #3: no venderme ni mercadearme
Gracias a Dios, el flujo de trabajo siempre se ha mantenido constante y llenando los objetivos más bajos, con buenas sorpresas aquí y allá.
Pero aunque me ocupé de mantener el calendario lleno, me confíe en la bola de nieve.
Cuando algo pasa una y otra vez, nos acostumbramos y creamos una expectativa subconsciente de que seguirá pasando.
Pero... ¿y si no pasa?
Exacto.
Como les dije hace poco, los procesos eran mi prioridad, lo que traía consigo el hecho de que nunca sobre vendí y nunca prometí ni siquiera lo justo, al ras. Siempre me había vendido por debajo porque me siento cómoda sabiendo que las probabilidades de desilusionar son menores.
El miedo de no ser suficiente
No era mi propia fan. No veía mis propias bondades. Estaba tan ocupada mejorando que no me detuve a ver lo bien que estaba. Ni a compartirlo, ni a celebrarlo, ni a hacerle honor al esfuerzo.
¿Dónde estaría hoy me pregunto?
¿Cuántas personas hubiese podido ayudar tal vez más allá de aquellos a los que ya he impactado de una forma o de otra?
Cuando estamos confiados en lo que tenemos para ofrecer, cuando ponemos en evidencia nuestras capacidades, cuando somos auténticos y agradecidos, nuestros clientes se sienten más seguros, más inspirados, movidos a hacer un cambio, a dejar pasar un error de nuestra parte, se contagian de la energía positiva.
Y no era algo que estábamos cultivando.
Estar claro de qué te diferencia es vital para poder mercadearte, pero para poder ENTREGAR/DELIVER necesitamos apropiarnos de esa diferencia. Mi diferencia está en que me involucro al 100% en los proyectos de los clientes, con un pensamiento orientado a negocios pero con una obsesión por manejar cada detalle.
Lo que suenaba hace un rato como una debilidad es realmente una fortaleza.
Tu factor diferenciador: Cuando una debilidad es una fortaleza
Esto me permite entregar resultados diferentes, de alto nivel, pero al mismo tiempo, corro el riesgo de ahogarme en los detalles. Para contrarestar esto, la #1 del enneagram en mí, perfeccionista, controladora y detallista, confía en procesos y estructuras. Mientras más cerrados los pasos, más específicas las tareas, más segura me siento.
Y conocerme me ha ayudado a evitar esto. A colocarme límites, a cerrarme el juego para no poder irme en ese espiral.
A veces, decir: "necesito un poquito más de tiempo", o "normalmente hago las cosas así o asá, o te dije que íbamos a hacer esto, pero según el panorama me parece deberíamos hacer tal cosa", decir esto marca la diferencia entre un proyecto regular y un proyecto extraordinario. El darme espacio para fluir, pero la estructura suficiente para todavía poder garantizar un resultado específico, ha sido tricky, pero más que eso el estar en la mentalidad necesaria para hacerlo ha sido lo más difícil.
Lo que nos lleva al siguiente punto:
Error #4: Dejar a un lado mi cuidado personal.
Cuando amamos lo que hacemos, movemos cielo y tierra. Damos hasta el último granito de energía para garantizar que logremos una buena experiencia de compra, un buen resultado, una consulta que de frutos...
Sin tomar en cuenta, que la fuente se puede secar y el agua dejar de fluir.
Crear una rutina, adoptar prácticas que me permiten crecer personalmente, apartar espacio para mí, darme mis regalitos y aprender a decir que no han cambiado todo.
Hace unas semanas les contaba en una carta por correo sobre la importancia de llenar nuestra propia copa primero. De priorizar ese momento de recargar pilas y darnos cariño.
Solia postponer mi rutina de cuidado porque era lunes, o porque tenía entrega o porque tenía una reunión temprano y corría el riesgo de no llegar a tiempo (no soy muy de levantarme temprano). Pero lo que no había aún entendido era que más que no poder hacerla yo no puedo darme el lujo de no hacerla. El empezar el día con el pie derecho me da un extra push, me pone en la mentalidad correcta de construir mis sueños y ser la mejor versión para mi equipo y mis clientes.
Minutos que hacen la diferencia.
Por años, prioricé la acción sobre la persona. Me hice un daño.
Y poco a poco, he ido aprendiendo. He ido poniendo cada cosa en su lugar.
Sé que aún me queda mucho por aprender, que seguiré siendo un proyecto en construcción, tal vez algunas metas cambien, tal vez la misión varíe en algunas cosas, pero de algo estoy segura, dentro de cada fallo hay oportunidades escondidas.
En cada movimiento erróneo hay posibilidades. Puertas que abrir. Lecciones que atesorar.
Hace algunos días estuve husmeando en mis archivos de cuando empecé. Y es increíble. En mi primer año, tenía una visión muy similar. Las cosas no han cambiado tanto en términos del norte. Sin embargo, en términos de estructura, horas trabajadas, ha sido un cambio tan impactante.
Empezar es aterrador.
Pero nada es más aterrador que no empezar.
Tenemos el poder de elegir como ver las cosas, y yo elijo ver este camino como retroalimentación. No errores.
Volver atrás, ver dónde estábamos hace unos pasos nos permite afianzar nuestra posición, enfocarnos en la meta, y compartir con los demás.
Espero de corazón este episodio sea de edificación y valor para ti.
Un abrazote.
Recibe mis cartas — hermosas reflexiones, ejercicios e historias para alegrar y apoyarte.
"GRACIAS. Este mensaje me llegó como del cielo jajaja."
"Disfruto mucho leerte. Tu proceso de crecimiento que compartes me sirve de mucho"
"Una breve nota para agradecer tu carta de los lunes, siempre envías contenido de valor y que se ve que tiene un propósito más allá del comercial."
We hate SPAM. We will never sell your information, for any reason.