Estoy decidiendo enterrar el curso que creía me haría millonaria.
Ese curso que duré meses armando y que impartí con una mezcla saludable de miedo y orgullo.
Lo entierro porque nunca debió nacer. Y no es que sea malo, me explico.
Cuando lo creé hace ya 3 años, pensaba que todo lo que tenía para ofrecer era mi conocimiento digámosle tangible. El verificable, el que da un resultado medible, visible, entregable: diseño web. Parecía lo obvio luego de 10 años (o más) haciendo páginas web, al punto que las hago con los ojos cerrados. No es ni divertido lo rápido que armo una. Y en aquel momento, cuando el mundo se cerró tras el pánico global a un virus desconocido, pues sonaba como la idea más lógica y la más rentable en el momento: todo el mundo buscaba digitalizar su negocio. Por lo que fue acertado — generé buen dinero y numerosos clientes para los servicios de la agencia.
Entonces, ¿dónde está el problema? Que era lo obvio, pero no lo correcto. Además que medio internet gritaba constantemente que un curso sobre tu expertise te haría dinero "pasivo" por toda tu vida, que si es una posibilidad, pero no te cuentan la otra parte; solo si ese es el modelo que realmente te gusta, lo que no terminó siendo mi caso.
Así que me encontré disfrutando bellos momentos sí, pero... también con una sensación de incompletitud. Tanto así que fue un esfuerzo mantenerme dentro del curriculum del curso (los de la primera ronda saben). Y aunque crear el contenido fue un gusto, mantenerlo, actualizarlo, VENDERLO, fue increíblemente retante y pesado.
Aunque siendo justa, lo más pesado era el no entender porqué, sin en papel, en la superficie, todo estaba bien. Es un muy buen curso. El contenido es excelente. Disfruté la primera ronda. Se vendía moderadamente. ¿Por qué no me funciona a mí? Hasta que dejó de venderse. Y luego, bueno, yo dejé de venderlo. Y más atrás, pues...se convirtió en un pendiente infinito en mi lista.
Verás, a veces se nos hace difícil vernos por quienes somos. He soñado con ser tantas cosas. Basta con ver una película para que me pase horas en internet buscando directrices para entrar a una nueva carrera. Y no es por falta de vocación, mas bien diría que es exceso de pasión o imaginación. Me gusta pensarme en tantas distintas profesiones que llegó un punto en el que me empezó a causar ansiedad (y en esa carrera — la de la ansiedad — ya no me interesa, gracias).
Me tomó tiempo entender que el problema no está en soñarse, está en identificarse. En dejar que las opciones y posibilidades se vuelvan el problema. En no conocernos lo suficiente para diferenciar interés de vocación, facilidad de talento, pasión de propósito y curiosidad de intención.
En mi caso, yo siempre he sabido, muy adentro, que es lo que me llena. Es lo que de niña leía sin entender, a lo que jugaba con mis muñecas y lo que pensaba no podía ser porque no necesariamente veía que se me daba bien: transformar a otros. Leía libros de psicología y filosofía, jugaba a ser maestra y a dar "charlas", pero vivía bullying. ¿Y cómo alguien que "no encaja" puede pretender ayudar a nadie? Mi percepción de mi misma estaba completamente construida en base a lo que los otros niños me decían y reflejaban, que yo no era suficiente, que era rara, que no pertenecía.
Así que me volqué a lo más cercano, pero más impersonal, el mundo online. Creé mi primer blog a los 10 años. Descubrí el diseño y la programación. Y lo demás es historia. Mi curiosidad se limitó a entender el cómo conectar de lejos con las personas que tanto ansiaba conocer de cerca. Mis diseños siempre llevaban amplia investigación, mucha consideración por el usuario/audiencia, un entendimiento de la estrategia en juego, la psicología de la forma y el color, lo subliminal y subconsciente... pero nunca me atreví a pensar en ello como algo más.
Hasta que tuve que hacerlo para mí. Más de 10 años con síntomas misteriosos, docenas de médicos visitados sin resultados contundentes, y toneladas de frustración sobre mis hombros terminaron llevándome a explorar la pregunta: ¿será que mi subconsciente tendrá algo que ver? Lo divertido es que comenzó como un interés, o un hobby. Como si fuera pintar, tejer o cocinar. Leía diariamente incontables publicaciones, tomaba cursos, incluso me certifiqué, y todavía no lo concebía como una carrera (porque quién era yo más que la chica que no encajaba, ¿cierto?).
Que divertido es verlo ahora como todo encaja, incluso yo.
Yo, con el deseo contenido desde años, siempre teniendo las cartas frente a mí, pensando que no era posible tenerlas. Aquí es donde a los 90 años, en nuestra mecedora, pensando en el pasado, albergamos enojo, frustración, amargura... remordimiento.
Aquí es donde nos damos cuenta que por x o por y no nos vimos ser tan naturalmente quienes somos, no nos vimos fungir nuestro rol, aunque siempre estuvo ahí.
Tal vez porque no nos vimos como el protagonista. Tal vez porque vivimos para los demás. Tal vez porque nos daba miedo o vergüenza.
Al final, cuando todo vale y no hay nada por hacer, vemos con claridad como algo tan sencillo y tan complejo a la vez, era la carta decisiva.
¿Cuál es tu rol? ¿Cuál es tu papel?
Y lo más importante: ¿es el que has elegido tú?
O es el que has sido para mantener la paz, para sobrevivir, para sentirte importante, para satisfacer tu ego, para cumplir con una profecía familiar...
Sé lo difícil que es romper con lo esperado o predestinado. Sé lo arduo y cansón que es luchar contra ti mismo cada segundo de cada día. Y más que nada, sé que ser absolutamente tú en un mundo que ve la seguridad como ser igual al grupo es un acto de valor, esfuerzo y valentía.
Mi rol siempre ha sido de guía, de escucha, de aliada... de ir profundo y transformar el futuro usando el pasado.
El susto, y la gran confirmación, fue cuando lo vi plasmado clarísimo en mi Diseño Humano.
Primero no lo quería aceptar. Así que naturalmente busqué como loca evidencia de que ese no era. Que debía haber más información. Estudié más, pregunté más, me sumergí más y solo confirmé lo que ya sabía. Luego, lo vi como una buena segunda entrada. Porque no dejaría lo "seguro", ¿cierto? Y bueno, aquí estoy. Apunto de hacerte una invitación a explorar tu rol conmigo. Basta decir que ya hice las paces, ¿verdad?
Para mí, no fue hasta que me comprometí con mi verdadero deseo y me permití verlo como mi derecho y mi deber que pude percibir los beneficios y el verdadero gozo de este trabajo. Hasta que no exploré mi rol, me vi como la protagonista, y me entregué a la experiencia, la aguja no se movió, siguió marcando en cero.
Si has sentido que algo no encaja, si has navegado tu confusión por demasiado tiempo y no ves una luz al final del túnel, si la certeza no se asienta en tu interior...
Considera lo siguiente: no te estás permitiendo ver tu verdadero rol.
Las pistas están en tu diseño humano, sí, pero créeme, también lo han estado en tu vida. No necesitas entrar a ningún programa para desvelarlo. Ahora bien, si te gustaría tener una mano amiga, una mano guía, alguien con quien explorar esto para ti... pues te tengo una invitación:
THE PROTAGONIST
Son 3 semanas. 5 conversaciones. Con la intención de desvelar y dominar cuál es tu rol a jugar. Te guiaré en usar tu mapa de diseño humano para ir uniendo las piezas y despertar en ti conversaciones que te llevarán más fácilmente a la claridad. Será en grupo, pero reducido, para mantenerlo íntimo y de alto impacto, porque no me interesa darte información, sino sumergirme contigo a descubrir cuál es el tesoro que se esconde a simple vista.
La inversión es de $677 y, como es mi costumbre, tendremos distintos planes de pago.
No te prometo un resultado monetario directo, porque solo tú puedes emprender ese camino. Lo que sí te garantizo es que existe una posibilidad, y la verás más claramente luego de esta experiencia. Verla claramente puede que te empuje empezar a actuar como tal, y por ende, a recibir como tal.
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